Aun cuando el dióxido de cloro no tiene indicación médica alguna ni figura entre los tratamientos aprobados para el nuevo coronavirus, su promoción activó alarmas de salud pública. Tras conocerse la muerte de un menor de cinco años de Neuquén que lo tomó, la Sociedad Argentina de Pediatría se pronunció en contra de su consumo. Además, en Mendoza, por lo menos dos mujeres que usaban solución de dióxido de cloro necesitaron atención por síntomas gastrointestinales graves.

En este contexto, la diputada de la Coalición Cívica Mónica Frade quedó en el medio de una polémica en torno al consumo y suministro de dióxido de cloro en pacientes con coronavirus Covid-19, luego de proponer que se avance con su aplicación en el país.

Tras el revuelo generado por su exposición ayer en la Cámara baja, la parlamentaria que representa a la provincia de Buenos Aires habló con LA NACION y defendió su postura. Contó que consume en forma preventiva la sustancia química, adelantó que presentará un proyecto para que se aprueben los ensayos clínicos con dióxido de cloro en el país y se mostró sorprendida por el rechazo de sus pares.

Ayer, mientras se debatía en el recinto del cuerpo un proyecto que autoriza al Gobierno a obtener vacunas destinadas a generar inmunidad adquirida contra el coronavirus, Frade habló sobre las estrategias de otros países para enfrentar la pandemia, y mencionó el uso del dióxido de cloro en la región. “Escuché que la única solución es la vacuna, y como hay muchos colegas que miran a otros países latinoamericanos como Bolivia, los exhorto a que se contacten con el alcalde de San José de Chiquitos de Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, que utilizó métodos alternativos y no tiene casos de Covid-19”, dijo la legisladora, con mandato hasta 2023.

“Creo que tendríamos que mirar otros ejemplos que tienen autorizado el dióxido de cloro”, sumó Frade. En la Argentina se analizan dos casos de personas que fallecieron, presuntamente, tras consumir la sustancia.

En diálogo con LA NACIÓN, Frade se explayó: “Hablé del dióxido de cloro, como también del ibuprofeno inhalado, que se está usando en algunas provincias. Lo que hice fue averiguar y escuchar a todas las voces antes de debatir este proyecto. A mi despacho había llegado mucho material sobre el dióxido de cloro y el ibuprofeno. Los convoqué y escuché a todos, hace dos semanas, en un Zoom con una médica boliviana que nos contó que tenía 1759 casos documentados clínicamente sobre el uso”.

“Hay médicos de Perú y de México también que lo están usando. Lamentablemente también hay médicos que lo están usando de forma clandestina en el país, lo que es preocupante. Por ejemplo, hay una médica de La Plata y varios intendentes del conurbano que lo están consumiendo. Incluso hay hospitales que tienen protocolos para incluirlos en las bolsas de transfusión de sangre. Le pregunté esto al ministro Ginés González García, que lo negó, pero sí me dijo por escrito que se coloca el dióxido de cloro en el agua para consumirla. Es todo como muy sórdido. No entiendo por qué se demonizó tanto esto”, contó la diputada.

Sobre el proyecto aprobado ayer en la Cámara baja, Frade dijo: “Me escandalizó que se aprobaran las cláusulas de confidencialidad que les otorgamos a los laboratorios, donde no vamos a conocer la composición de la vacuna. Por un lado, me dicen que no saben lo del dióxido de cloro, pero por otro, no vamos a saber tampoco qué tienen las vacunas”.

“Lo que intenté, para poner en el foco a los laboratorios, es proponer que se vayan explorando en paralelo a las vacunas el ibuprofeno inhalable o el dióxido de cloro, ya sea para prevención o tratamiento de pacientes. He hablado con médicos que me dicen que lo usaron en pacientes y que están dispuestos a ir al Congreso a exponer su experiencia”.

“Lo tomo hace tres meses, pero no lo promociono”
“Yo tomo hace tres meses el dióxido porque me lo recomendaron los médicos, pero no lo promociono. Por honestidad intelectual lo tengo que decir. Lo consumo, pero no lo promociono”, remarcó Frade.

Al ser consultada sobre su salud a raíz del consumo de la sustancia, dijo: “Mi salud no cambió. Hago vida normal. No soy una loca. Uso barbijo y evito las aglomeraciones de gente. Pero lo consumo hace tres meses y no me trajo ninguna consecuencia. Me habían dicho que podía provocarme dolor de cabeza, como puede pasar con cualquier medicamento, pero no me pasó nada ni tuve ningún problema porque lo fui tomando en dosis progresivas”.

La parlamentaria de la Coalición Cívica también le respondió a Pablo Yedlin, presidente de la comisión de Salud de Diputados, que dijo: “Es de una grave irresponsabilidad plantear el uso del dióxido de cloro como una forma de tratamiento, cuando está comprobado que su ingesta puede provocar consecuencias en la salud”.

“Tenemos que ser muy enfáticos y rechazar este tipo de declaraciones falsas porque se pone en riesgo la vida de las personas. Estamos ante una pandemia y es necesario enfrentarla siguiendo de cerca el trabajo científico”, sumó el integrante del Frente de Todos a la agencia Télam.

Según Frade, Yedlin “se enojó porque dije que me parecía alarmante que se les concediera a los laboratorios el secreto de la composición de las vacunas. Aun así, yo no voté en contra del proyecto porque no soy quién para oponerme a que una persona que quiera ponerse una vacuna lo haga”.

“Cuando yo le pregunté ayer a varios legisladores que votaban a favor si se iban a poner la vacuna, me dijeron que ni locos. También hay un tema de conciencia. Yo no puedo votar algo que yo misma no voy a hacer porque hasta que yo no tenga certeza de esa vacuna jamás me la pondría”, aseguró la bonaerense, y agregó: “Me parece que, si le vamos a conceder la duda y darle un cheque en blanco a los laboratorios detrás de las vacunas, deberíamos hacer lo mismo con el ibuprofeno y el dióxido de cloro. Que se autoricen los ensayos clínicos para saber si son buenos o no. Porque, si es bueno, vale dos pesos con diez y toda la población marginal y pobre de este país lo va a poder tener en la mano”.

Después, Frade adelantó: “Tengo preparado para presentar la semana que viene un proyecto por el tema del ibuprofeno inhalado y, probablemente, cuando tenga más información, haré lo mismo con el dióxido de cloro, así se aprueban los ensayos clínicos”.

Los muertos en el país y las dudas por las críticas
Al recordarle sobre el caso de un chico de cinco años de Neuquén que habían consumido dióxido de cloro y luego murió, Frade dijo: “Un médico que está participando como perito de parte en el caso del nene que murió, posiblemente por el consumo de dióxido de cloro, nos adelantó que murió de otra cosa”.

“De todos modos, esto es lo mismo que si a un tipo alérgico a los analgésicos le dás una aspirina. Lo matás. Si yo tomara dióxido de cloro de un lugar sin saber cómo se lo prepara y sin la administración médica que corresponda, probablemente me haga mal”, comparó Frade.

La diputada luego analizó las repercusiones de sus dichos: “Lo que siento ahora, después de lo que pasó estas horas, es que empiezo a creer que el dióxido de cloro es más efectivo de lo que parece. No entiendo por qué se demoniza tanto. No entiendo por qué mientras todos dicen que no sabemos cuáles son las consecuencias que pueden traer las vacunas, igual las bancamos. También hubo dos casos de voluntarios de la vacuna de Oxford que tuvieron problemas neurológicos. Con ese criterio, se debería prohibir también las vacunas [N. del R.: después de una revisión independiente, se consideró poco probable que esos problemas estuvieran relacionados con la vacuna]”.

“Lo cierto es que un litro de dióxido de cloro cuesta 800 pesos y son solo 10 mililitros por litro de agua. Es baratísimo. Pero no lo promociono. Lo que sí, no se sabe nada aún”, cerró.

Fonte: La Nacion